martes, 24 de febrero de 2009

¿Qué significa "La Nona"? Por Luciano M. Cristaldo

















"La Nona es una advertencia contundente: en los años '70 (y luego también) la mansión se venía abajo mientras muchos de sus ocasionales ocupantes paseaban con sus hijos por los jardines. En este juego todos mueren, se suicidan o son forzados al exilio."
Los personajes de la Nona portan en sí, el fiel reflejo de la sociedad argentina toda. A la obra se aplica perfectamente la frase del tango de Eladia Blázquez, es “... un escrachamiento de frente y de perfil...” ; en ella, Tito Cossa refuncionaliza y resemantiza los procedimientos teatralistas del sainete, con la finalidad de hacer aún más evidente la postulación social del texto. Se rompe la valoración ideológica común, propia de la primera fase del realismo reflexivo, como dice Osvaldo Pelletieri en su análisis .
Creo, sin embargo, que no sólo se rompe la comunidad ideológica, sino que se produce una disolución de la ideología, incluso a niveles personales, pues estos personajes no están siquiera seguros de lo que piensan ellos mismos, lo único que tienen en claro es el interés individual y por si esto fuera poco, solo a nivel de urgencias: ninguno tiene un proyecto de vida aunque más no fuese a corto plazo. Pensemos por ejemplo en Carmelo - el dueño del puesto de la feria, el padre proveedor de la familia, la nodriza o cisterna - cuando dice “... la idea de ahorrar para poner el mercadito... bueno mejor que me la olvide. Pero si esto sigue así, voy a tener que vender el puesto de la feria.”, sólo está reclamando la asunción de corresponsabilidades a partir de la conciencia del desastre, no ser juzgado a posteriori como el "que no pudo, no supo o no quiso", (discurso de R. Alfonsín al anunciar su retiro y el llamado a elecciones anticipadas en 1989), pues hace ya bastante tiempo (en la prehistoria de la obra), que Carmelo abandonó la esperanza de tener éxito en su proyecto.
Todo lo que dicen o hacen los personajes de La Nona está destinado con exclusividad a solucionar emergentes, a superar la coyuntura, a ver como zafamos hoy y mañana... Dios dirá.
Esa profunda crisis ideológica que muestran, los hace tremendamente vulnerables, se encuentran así, a merced de cualquier Nona que anduviera suelta por ahí. 
Hoy, pasados treinta y dos años, este tema se agiganta, pues la decisión de ataque y ruptura de las ideologías ajenas a la dominancia neoliberal, hizo una nueva y muy virulenta eclosión en 1989 y alcanzó un rotundo éxito luego de un trabajo perrtinaz durante algo más de una década, erosionando toda la base social y política argentina, hipotecando la posibilidad de proyectar  y construir políticas liberadoras, y desembocando finalmente en un destino -anunciado si se mira en retrospectiva- inevitable y oscuro: la explosión de 2001.
La Nona es una advertencia contundente, en los años ’70 la mansión se venía abajo (y luego también), mientras muchos de sus ocasionales ocupantes paseaban con sus hijos por los jardines. En este juego todos mueren, se suicidan o son forzados al exilio. La Nona es el sujeto, pues es la que lleva adelante la acción, que consiste principalmente en este juego destructivo y (nunca mejor aplicada la frase hecha) gana por demolición, basada en su persistencia demoledora.
La ideología del dominante está oculta, parece que ni siquiera existiese, esto no es casual, sino intencional y central en lo estratégico; no tener identidad conocida es volverse invisible, poder internarse y anidar en el centro vital del organismo colonizado ofrece al destructor la posibilidad de actuar del mismo modo que las células indiferenciadas de un tumor maligno, operando hasta que lo anormal, por ser tan común se asemeje a lo normal y el asombro no tenga ya lugar.
Es tan sencillo lo que persigue la Nona, tan primitivo, tan despojado de segundas intenciones, que es como el aprovechamiento por los nazis, de la teoría del espacio vital de Ratzel, cimentando la justificación de la aniquilación del enemigo en un tan simple: o ellos o yo.
Pero lo que significa La nona no está dirigida a las nonas...
Confusión bastante generalizada en la Argentina, en la que estamos demasiado acostumbrados a solazarnos en la satisfacción del: “... se lo dije, para que no piense que soy tan tarado, que no crea que no me doy cuenta... ”, mientras todo sigue igual. No, no está dirigido a las Nonas, está dirigido a nosotros, que somos los únicos que podemos modificar el que pareciera ser el sino inevitable de la historia, con “... una pronta solución, que bien podría ser la unión de los que aún estamos vivos para torcer nuestro destino...”, como diría Victor Heredia.
Si bien la ilustración es insuficiente y "antigua" en el mundo que atravesó la modernidad y navega por el océano histórico postmoderno, por estas, nuestras latitudes, tan extrañamente eclécticas en lo cultural, juzgo
que no está demás la siguiente cita: “...Si los pueblos no se ilustran, sino se vulgarizan sus derechos, ... , será su suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía. ”, esto decía Tato Bores en el cierre de su programa, montado en Rocinante y con armadura de Quijote, citando la frase de Mariano Moreno en la portada de La Gaceta de Buenos Aires. En realidad la frase pertenece a Juan Jacobo Rousseau y Moreno la transcribía.
En verdad no es tanto lo que dice la cita lo que me interesa estampar aquí, sino más bien comunicar la sensación maravillosa que me causa rememorar aquella imagen.
El Quijote pertenece a la ficción, pero Moreno existió. Aunque también recuerdo que un instante después de que Tato terminaba ese parlamento, una voz en off gritaba: “- A Moreno lo tiraron al agua.”


Luciano M. Cristaldo
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